sábado, 9 de abril de 2016

La muerte y el Psicoanálisis.


“La posibilidad de enfrentar la muerte propia siempre ha sido una difícil tarea para el ser humano. Como efecto de su desamparo, la necesidad de considerar eternamente alejado el fin, lo lleva muchas veces a que se torne imposible el poner en palabras la compleja red de afectos y representaciones que lo invaden cuando la confirmación de un diagnóstico se le impone” (Fulco, 2002).
Inclusive hablar de la muerte ajena y más aún de un ser querido conlleva repercusiones en el sujeto que se expanden en todo su contexto social (familia, amigos, trabajo, vecinos, etc.). Actualmente la muerte se manifiesta y se trabaja de modos diferentes, anteriormente se realizaban rituales propios de cada religión, familia o cultura, hoy en día sin embargo en algunas sociedades estos rituales se han convertido en obligaciones, trámites que nadie quiere hacer y cargas emocionales que todos quieren olvidar, e incluso el llanto, la angustia, ansiedad, el miedo es dudoso, ¿se siente tristeza por la persona amada que nos abandona o por el miedo que tenemos de la muerte propia? Como menciona Fulco (2002), “el hombre ha logrado figurar la muerte de maneras tan diversas: el horror, la belleza, la bienaventuranza, el pasaje a una vida mejor, son algunas de las formas en que ha intentado cercar la que sigue siendo una de sus esenciales angustias”.

Para el psicoanálisis el duelo significa “la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.” (Freud, 1993).  Esta pérdida, dice, puede ser expresada o no, con melancolía moderada y explica también que el duelo transforma a las personas que lo están viviendo, por lo tanto conlleva varios síntomas que alteran su conducta normal, ya que no se considera un estado patológico no se recomienda asistir a ningún tratamiento ya que se entiende que pasado cierto tiempo éste duelo se superará y se considera muchas veces inoportuno y aun dañino perturbar a las personas en este estado, con la creencia de que es puramente una experiencia personal e individual.

La muerte desde esta corriente psicológica es, haciendo un resumen, la pérdida de nuestro objeto amado, la pérdida del enlace (libidinal) que hacemos con la persona que escogimos, es saber que ya no existe y no va a estar nunca más y no está en ningún lugar ubicable. Si se lo busca en la tumba, desenterrándolo y llevándoselo consigo, estaríamos en la psicosis (García, 2009).
Uno de los rituales mayormente practicados, que ayudan a que los dolientes puedan llevar a cabo el proceso de duelo es el entierro del ser querido, un lugar físico en donde expresan y depositan simbólicamente la fantasía de un reencuentro; una lápida que testifique que su ser amado existió y además que no se ha desvanecido del todo, sin embargo el cadáver no es lo real del objeto querido, es su resto (García, 2009).
Para finalizar y dando respuesta a la pregunta planteada anteriormente, considero que de acuerdo a la información encontrada, para el psicoanálisis la muerte de una “ser querido”, nuestro duelo, nuestra tristeza, la angustia y la ansiedad es, una herida narcisista propia, es la expresión del miedo a no ser nada, al momento de la extinción personal, es ver reflejado el resultado de nuestras vidas, nos duele saber que alguien más murió, claro, porque es con quien tuvimos experiencias, porque compartimos momentos, porque nos acostumbramos quizá a esa persona; sí, pero más allá de todo esto, nos duele porque en ese momento (en la muerte de otra persona), es cuando nos dedicamos a repensar nuestra propia vida, los resultados, las pérdidas, lo que dejaremos cuando nosotros no estemos en el mundo, queremos dejar huella y ser relevantes para todos quienes nos conocen, cuestionamos si las cosas que estamos haciendo son las correctas, si nos mereceremos el perdón de aquellos a los que hemos dañado, si nos lloraran en nuestro funeral, si nuestra vida ha valido cada segundo y cada respiro, pensamos en mejorar y crecer egoístamente, frente a la tumba de alguien más.


Elaborò:



Bibliografía

Freud, S. (1993). Obras completas tomo 14: Duelo y Melancolía. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Fulco, C. (2002). Duelo por la propia muerte: ¿duelo posible? Revista Uruguaya de Psicoanálisis, 92-100.
García, J. (2009). La muerte y el objeto. Revista Uruguaya de Psicoanálisis, 90-107.
Gerez, M. (2005). El incurable luto en psicoanálisis. Psicología em Revista, 179-187.

                                                                                          

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